Lo que siempre digo, o le haces caso a lo externo o a lo interno. No se confíen que no es tan fácil como parece: no hablaremos de lo externo, ¡Por favor! Pero si de lo interno. Por ejemplo, tenemos lo interno-externo, andrógino, ambiguo; lo interno-cliché, casi como lo anterior pero sin ser tan propio; lo interno-ideológico, muy cuadrado; lo interno-seductor, un espécimen simpático que en ocasiones puede resultar estereotipado y simple pero que esconde tras de sí una necesidad casi siempre interesante a otros (lo que lo hace un interno verdadero que es distinto a un verdadero interno) y si no, al menos siempre tiene una historia que contar. El interno-meditativo o también llamado contemplativo, yoguista culero y untuoso, como decir la nata o la lata, da igual. El interno-green, ecológico, naturalista. Y así podemos pasar la noche entera mencionando tipos y subtipos de internos, el interno-maricón, el interno-esquizofrénico, el interno-lobotomizado, etc, etc, hasta llegar cruzando por una acuarela de interminables matices hasta lo sublimemente interno. No podríamos acabar en otro lugar.
¡Pamplinadas!, y es que al final lo digo yo, si te das cuenta, todo termina siendo o blanco, o negro.
KiKi Patiño