miércoles, 18 de agosto de 2010

FUCK OFF


Me debato entre dormir o morir, parecidas son, sólo que en una despiertas y en la otra quien sabe. Veo al detective con corbata fina y me refiero al ancho. Tiene hijos y dice que los debe controlar. Meg lo invita a pasar para finalmente descubrir a su amiga muerta. Cruzaron el puente de Brooklyn, fueron en un solo sentido, él y su corbata, su bigote que siempre me fue tan familiar y ella, Meg, venida de Los Ángeles a Nueva York, que se sacude en mi memoria como la pálida doncella en aquel cuadro de Ferdinandov.
Y ahí esta ella, Meg, con la puerta de la nevera abierta, no se preocupa por el consumo eléctrico y si porque su amiga está muerta. Abre los ojos (esos ojos azules) y cae por las escaleras. Un negro la frena y mientras la sujeta por el tobillo le pregunta que le pasa. Ella duda pero al final, atribulada, lo cuenta todo, si es que hay algo que contar, porque ella sólo está en el medio y no es tan siquiera quien dibujó el círculo de tiza que rodea la mancha de sangre. El de los bigotes asusta una sombra, piedras golpean el vidrio, el negro corre y Meg queda borracha y en paz, dormida en el sofá.
Hay muchos huecos en la ciudad y muchas cosas pasan en esos huecos, dice el juglar.


CARLOS G. B.

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