lunes, 24 de noviembre de 2008

DE UN ESCRITOR QUE SEMBRÓ LA DUDA EN SUS LECTORES


Hubo una vez un escritor que escribió muchísimo pero muy poco de lo que escribió lo mostró, mucho menos lo publicó. De hecho, en vida nunca fue conocido como un escritor. Tenía la rara costumbre de guardar todos los folios terminados en baúles que cerraba con fuertes candados y a los que luego reforzaba con cadenas.
Una vez muerto, algún allegado, registrando el desván de la casa donde vivió este escritor que todavía no era conocido como tal, descubrió los baúles y dentro de ellos toda su obra. Inmediatamente la dio a conocer lo que causó mucho alboroto en el mundo literario ya que fue vista como la obra inédita y extraordinaria de alguien quien en vida fue un desconocido por escogencia propia, un genio que por alguna misteriosa razón nunca quiso dar a conocer el grueso de su magnífico trabajo. Un ser inigualable que no quiso ser reconocido como tal, guardando para sí toda su obra creativa.
Al poco tiempo un psiquiatra hincó la duda en las personas aludiendo que si realmente este escritor no quiso que nadie hubiese leído sus obras, por qué no las destruyó. Alegó que si hasta los lugares mas recónditos y ocultos en el mundo han sido allanados por el hombre, como este escritor pretendió que su obra, escondida de manera tan burda y evidente por no decir histérica, en baúles encadenados en un desván, se iba a escapar del ojo inquisidor de la gente.
Después de esto siguió siendo reconocido como un escritor interesante pero el furor inicial que causó su trabajo, pasó.
CARLOS G. B.

1 comentario:

Década dijo...

Solo aquellos que fueron lo suficiente curiosos para observarlo, descubrieron su genialidad

Luto porque murió un genio de bajo perfil (la mejor clase de genios que hay)..