Siempre que llego a una casa abro la nevera. No marco distinciones. La mayoría de las veces paso desapercibido, aún así, he sido señalado con el dedo acusador de metiche, salido, liso, intrépido y algunos otros epítetos de similar tenor. La información que obtengo e incluso, las necesidades que satisfago al abrir una nevera superan todos los riesgos y prejuicios.
También he conocido gentes dispares, diferentes pensares, horizontes en los siete planos y diferentes casas. Estas observaciones me han permitido establecer una directa correlación entre ambos aspectos y así, obtener algunas conclusiones.
Cuando abras una nevera y veas en alguno de los anaqueles de la puerta, crema chantilly en spray, sal corriendo de inmediato y sin voltear hacia atrás. Hazlo, antes de que sea demasiado tarde.
CARLOS G. B.
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