Viento que entras sin ser llamado
cuelgas tu frescor en mi corazón,
atisbas miradas genuinamente reales
que esculpen su acuarela en nuestra canción.
Desnudos y sin cargas van ocultándose
de quienes tercos gustan plasmar
sus memorias colmas de acción
en laminas de cartón.
Con cintas de cuentas a cuestas,
onoto en la frente, pies de elefante,
se deslizan en el tiempo inmóvil
y a toda costa, rasgan tu atención.
En el ruido del invierno sabanero
busquen la piel desnuda
que la van a encontrar.
CARLOS G. B.
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