miércoles, 30 de septiembre de 2009

LA VUELTA


Vuelven mis pasos a las calles grises,
a las ásperas aceras.
El suelo es frío, es de piedra.
Ya no veo las azoteas con gatos haciendo el amor en los alféizares
ni a los valles sin fin
ni a las soberbias cumbres desde arriba.
Ya no escucho el murmullo de los ángeles
tampoco siento su eterna angustia.
Sólo puedo extender el cuello y ver hacia lo alto
y recordar al celeste cielo cuando ayer me arropaba.
No se en que cúmulo perdí mis alas pero dejé de volar.
Abrí los ojos y dejé de soñar.


CARLOS G. B.

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