Veo al tiempo como lágrimas en el aire.
Empujadas por esa fuerza que atrae a los amantes
caen raudas al ineludible encuentro con la tierra
quien las bebe y las absorbe,
contemplándolas antes del fin
fraccionarse en mínimas partes
que suben para caer de nuevo.
Y como guardan en su vientre los colores del arcoiris,
dibujan en el mismo lapso en el que se dispersa un orgasmo,
la flor perdida de Sumatra,
aquella que sólo se abre una vez,
para luego morir.
Empujadas por esa fuerza que atrae a los amantes
caen raudas al ineludible encuentro con la tierra
quien las bebe y las absorbe,
contemplándolas antes del fin
fraccionarse en mínimas partes
que suben para caer de nuevo.
Y como guardan en su vientre los colores del arcoiris,
dibujan en el mismo lapso en el que se dispersa un orgasmo,
la flor perdida de Sumatra,
aquella que sólo se abre una vez,
para luego morir.
CARLOS G. B.
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